El Gobernador de Texas, Greg Abbott, ha sido uno de los principales impulsores del uso de armas. El pasado septiembre, cuando entró en vigor una ley que permite a la mayoría de los texanos tener legalmente un arma de fuego y poder portarla en público sin necesidad de obtener un permiso, entrenamiento o verificación de antecedentes, Abbott dijo que ese tipo de legislación «inculca libertad en el estado de la estrella solitaria».
La medida aprobada por la Asamblea dominada por republicanos fue ratificada por el Gobernador.
En 2015, al revelarse que Texas ocupaba el segundo lugar en compra de armas, sólo detrás de California, Abbott dijo estar avergonzado por ello e instó a los texanos a desbancar a los californianos.
«Aceleremos texanos», tuiteó el gobernante.
Ayer, cuando daba una conferencia de prensa sobre el tiroteo ocurrido en la escuela Robb, Abbott fue increpado por su rival en la contienda gubernamental de este año, el demócrata Beto O’Rourke, un incesante defensor del control de armas.
«El siguiente tiroteo es ahora mismo y no están haciendo nada. ¡Usted no está haciendo nada, no nos está proponiendo nada!», gritó el candidato a Gobernador antes de ser escoltado por personal de seguridad fuera del auditorio.
Abbott y el ex Presidente Donald Trump serán oradores este fin de semana en una convención de la Asociación Nacional del Rifle (NRA), en Houston, Texas.
Según estimaciones del sitio Gun Policy in America, 37 por ciento de los texanos poseen armas.
Entre los peores tiroteos masivos registrados en los últimos 5 años en la entidad están el de una iglesia en Sutherland Springs, con 58 muertos; el de la preparatoria Santa Fe, con 10 decesos; el tiroteo en un Wal-Mart de El Paso, con 23 fallecidos, y el de Uvalde.