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Médicos en Haití luchaban el lunes en tiendas improvisadas ​​para salvar las vidas de cientos de personas heridas, incluidos niños y ancianos, a las afueras de hospitales abrumados tras un gran terremoto que causó la muerte de al menos 1,419 personas.

El sismo de magnitud 7.2 del sábado derribó miles de casas y edificios en el país profundamente empobrecido, que aún se está recuperando de otro gran temblor hace 11 años y del asesinato de su presidente, Jovenel Moïse, el mes pasado.

Decenas de iglesias, hoteles y escuelas resultaron gravemente dañados o en ruinas. Unas 6,900 personas se encontraban heridas y 37,312 casas fueron destruidas, informaron autoridades haitianas. El número de víctimas podría aumentar aún más.

Las áreas dentro y alrededor de la ciudad de Les Cayes -a unos 150 kilómetros al oeste de la capital, Puerto Príncipe- sufrieron el mayor impacto, lo que ejerció una enorme presión sobre los hospitales locales, algunos de los cuales resultaron gravemente dañados por el terremoto.

Los edificios de cemento derrumbados se alineaban en la calle principal de la ciudad costera de cerca de 100 mil habitantes, lo que arriesga nuevos peligros debido a la proximidad de una peligrosa tormenta. Decenas de hombres sacaron escombros de un hotel derrumbado, donde el propietario murió en el terremoto, según residentes.

El hospital general de la ciudad tenía a médicos y enfermeras trabajando en carpas instaladas en su estacionamiento porque no había más espacio en el interior. Decenas de personas yacían en camas y colchones en el césped fuera del hospital. En el interior, los pacientes estaban en camillas en el suelo o en catres en habitaciones llenas de familiares.

Los bebés estaban siendo sacados de la unidad de cuidados intensivos neonatales del hospital por preocupaciones de que el edificio no era seguro tras el terremoto, según un testigo de Reuters.

Lucette Gedeon, pediatra, había estado trabajando como voluntaria en la sala improvisada de neonatos desde el sábado y dijo que el hospital se había quedado sin antibióticos y anestésicos. “Ha habido bebés que llegaron necesitando la amputación de miembros después de quedar atrapados bajo los escombros”, aseguró.

El primer ministro, Ariel Henry, dijo que no había tiempo que perder.

“A partir de este lunes, avanzaremos más rápido. La provisión de ayuda se acelerará”, escribió en Twitter. “Multiplicaremos los esfuerzos por diez para llegar a la mayor cantidad posible de víctimas con ayuda”.

El aeropuerto de Puerto Príncipe el lunes estaba lleno de médicos y trabajadores humanitarios, con vuelos chárter domésticos y privados llenos de equipos humanitarios y suministros que se dirigían al sur.

Además de los daños en algunas carreteras por el sismo, el acceso al área se ha complicado por meses de agitación política en Haití, que ha dejado a pandillas en control de rutas de acceso clave a partes del país.

La Organización de las Naciones Unidas pidió un “corredor humanitario” para permitir que la ayuda pase a través de territorios controlados por pandillas.

Los trabajadores humanitarios se apresuraban por anticiparse a la llegada de la depresión tropical Grace, que el lunes se desplazaba hacia el oeste-noroeste frente a la costa sur de La Española, la isla que Haití comparte con la vecina República Dominicana.

Según las proyecciones del Centro Nacional de Huracanes (NHC, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos, Grace atravesará las áreas directamente afectadas por el terremoto y podría afectarlas con fuertes lluvias. Los cielos sobre Puerto Príncipe todavía estaban despejados a primera hora del lunes.

Muchos haitianos que perdieron sus hogares han estado durmiendo al aire libre, varios traumatizados por los recuerdos de un terremoto de magnitud 7 hace 11 años que golpeó mucho más cerca de Puerto Príncipe, la capital. (Rts)

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