Chihuahua.- La última vez que Aidé escuchó la voz de su hija Rosario fue el 15 de agosto del 2017. Vía celular – y desde una comunidad en Témoris, municipio de Guazapares –  la joven de 18 años se oía angustiada y pedía ayuda: su esposo la estaba golpeando. Horas más tarde fue encontrada sin vida sobre las vías del tren, en medio de un charco de sangre, junto a su hijo recién nacido.

El cuerpo tenía múltiples heridas producidas con una hacha, una de ellas en la cabeza. Estaba envuelto en un hule negro y abandonado sobre los rieles con la intención de que fuera despedazado, pero ese día el tren no pasó.

La familia presume que fue su pareja sentimental quien de la manera más cruel le quitó la vida, pero a  dos años del homicidio la Fiscalía General del Estado no reporta avances en las investigaciones, ni siquiera las indagatorias están a cargo del área encargada de atender y resolver los feminicidios.

Lo único que Aidé posee es un número de teléfono del ministerio público Zona Occidente al que cuando marca la respuesta que obtiene es siempre la misma: “sin novedades”.

UN FEMINICIDIO EN EL CORAZÓN DE LA SIERRA TARAHUMARA

Originaria de Los Mochis, en el vecino estado de Sinaloa, Rosario Judith Ibarra Real, tenía escasos 16 años cuando se enamoró de Jesús Manuel A.S. con quien tuvo a su primer hijo y al que bautizaron con el nombre de Diego.

Jesús Manuel, también sinaloense, era 14 años mayor que ella. Radicaba por temporadas en la comunidad de Estación Julio Ornelas en Témoris, un punto enclavado en la sierra Tarahumara, hasta donde ella lo siguió.

Un  año y meses después del nacimiento de su primer hijo Rosario volvió a quedar embarazada. Parecían una pareja normal.

Algunas fotografías muestran a la familia posando juntos. En una de ellas – tomada quizá pocos días antes de que se cometiera el asesinato – se observa a la joven de pequeña estatura acunando a Gerardo, su hijo recién nacido, mientras que Jesús la abraza por la espalda y carga a Diego con el otro brazo. Nada alertaba de lo que estaba a unos días de suceder.

La tarde del 15 de agosto, una llamada angustió a Aidé.

“Mi hija me marcó el martes por teléfono. Me llamó por el celular pidiéndome ayuda porque él la estaba golpeando. Escuché a los niños llorando y a él diciéndole groserías. Se cortó la comunicación y yo comencé a enviarle mensajes pidiéndole por favor que no hiciera daño a mi hija”, recordó.

A kilómetros de distancia nada más pudo hacer. Permaneció a la espera de que Rosario volviera a comunicarse pero el miércoles a las siete de la mañana una llamada anónima le dio la trágica noticia, su hija estaba muerta, tirada en las vías del tren. El bebé estaba junto a ella, y testigos habían observado a Jesús huyendo y llevándose a Diego.

El cuerpo de Rosario fue trasladado al municipio de Cuauhtémoc y el bebé canalizado al DIF en tanto se efectuaban las primeras indagatorias.

Seis días más tarde fue sepultada en el panteón Ferrusquilla, de Los Mochis, donde espera justicia.

“Estaba muy destrozada, el ataúd venía sellado, ni siquiera pude verla por última vez”, lamentó Aidé.

DOS HERMANOS QUE CRECEN SIN SU MADRE

Al tiempo que la policía de Chihuahua y Sinaloa realizaban los operativos iniciales de búsqueda para dar con el paradero del presunto homicida, la familia de Rosario hacía lo propio buscando recuperar a los niños Diego y Gerardo.

Un hermano de Jesús, se ofreció como mediador y logró que el hombre aceptara entregar al niño de dos años, con el que había escapado desde Témoris.

De acuerdo a notas periodísticas de Sinaloa, un menor de 14 años arribó la noche del 18 de agosto a Los Mochis y entregó a Diego al cuidado de la familia de Rosario.

La custodia de Gerardo fue concedida meses más tarde, y ahora los dos niños crecen al lado de su abuela, pero sin su madre.

“Les habló de su mamá. Por supuesto el más pequeño no entiende todavía nada, pero el mayor sabe que yo soy su abuela, y cuando ve la foto de Rosario, dice que es su mamá que está en el cielo”, comenta Aidé.

Velar por ellos, es uno de los motivos que alientan Aidé a continuar adelante.

“SOLO PIDO QUE MI HIJA NO SEA UN ARCHIVO MÁS”

“Rosario fue asesinada en manos de su esposo…con arma pulso cortante dando a mi hija una muerte muy horrible. La mató cuando apenas tenía 12 días de haber dado a luz a un hijo de él. La mató en la Sierra de Chihuahua, dejándola tirada de la orilla de unas vías del tren con su bebé recién nacido. Lo único que pido es justicia que alguien escuche… solo pido que mi hija no sea un archivo más… que en memoria de Rosario Judith Ibarra Real se haga justicia”, manifiesta Aidé a dos años de un asesinato sin resolver.

Pero el caso radicado en la Fiscalía del Estado por tratarse de un homicidio cometido en territorio estatal no mantiene avance.

El principal sospechoso permanece libre, boletinado sólo en redes sociales por la familia y amigos de Rosario o en grupos que visibilizan y luchan contra el feminicidio en México, tales como “Los machos nos matan”.

Fuera de ese ámbito, ni una pesquisa oficial, ni un solo cargo, ni una sola respuesta para una madre que exige justicia.

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