Cuauhtémoc.- Menores que han perdido a sus padres derivados de actos de violencia como los que se han presentado en la actualidad, tienen la misma afectación psicológica que la de un menor que vivió en periodo de guerra, el sector salud en Cuauhtémoc mencionó que la atención a la salud mental de los menores tarda hasta 8 años en mostrar efectos positivos en su tratamiento.

Margarita Enríquez Campos, trabajadora social del programa de atención a  la violencia en menores, mencionó que si bien el contexto de una guerra no es el mismo por el número y circunstancias de fallecimientos, si existe el mismo desenlace en el comportamiento de menores víctimas de la violencia.

Menores con altos niveles de estrés, aislados, con depresión y algunos que externan su duelo o frustración a través de conductas violentas hacia sus compañeros o maestros, son los ejemplos de cómo menores llegan a tener este tipo de conflictos por una falta de atención a la salud mental.

Mencionó que afortunadamente, el sector salud en el estado dispone de un equipo de expertos en el tratamiento a este tipo de situaciones en donde se sigue un tratamiento eficaz para poder lograr un manejo adecuado del duelo, con resultados de comportamiento y sociabilidad de mejor impacto entre la sociedad.

“Lo malo es que aveces queremos ver resultados de manera inmediata, pero en el caso de los menores, es un proceso lento, llegan a veces a durar hasta 8 años” mencionó la trabajadora social.

“Cualquier evento les puede hacer recordar el suceso, el ver que mataron a tu papá o a tu mamá y buscar borrar eso, no es como borrar un escrito de un cuaderno” comentó.

Destacó que los maestros han jugado un papel importante en la atención de menores con este tipo de casos en Cuauhtémoc, pues la atención también se ofrece por recomendación de un tercero, pero siempre con el consentimiento de la familia involucrada.

Finalmente, dijo que éste tratamiento busca ofrecerle al menor condiciones de manejo de emociones, herramientas para sobrellevar adversidades y el proceso de sanación mental que tiene el hecho de perder a un familiar directo por un hecho violento.

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