Hermosillo, Sonora.-Entre México y Estados Unidos la línea fronteriza separa más que familias de humanos: Hay miles de plantas y animales que desde hace dos décadas sufren los efectos de un hábitat dividido, situación que se agravará con el impenetrable muro de Trump, que las pondrá en camino a la extinción.

Jaguares, osos, berrendos, y lobos, que recorren la frontera desde Baja California hasta Tamaulipas, en México y desde California hasta Texas en Estados Unidos, han visto fracturado su espacio común, en el que conviven familias completas y donde tienen alimento y agua, sin entender de límites territoriales ni geopolíticos.

En los 3 mil 144 kilómetros de frontera entre ambos países, conviven más de mil 500 especies nativas de plantas y animales, y la zona es considerada a nivel mundial una de las más importantes por su diversidad biológica.

El berrendo sonorense es una de las especies en mayor peligro de extinción en América del Norte y el muro ha provocado pérdida de ejemplares | © Krista Schlyer

Pero en nombre de la seguridad nacional, Estados Unidos incurre en consecuencias irreversibles para la naturaleza, alertan más de 3 mil científicos quienes, como un llamado a la acción, presentaron ante el Congreso estadounidense un análisis del impacto del muro, el cual también se publicó en la revista BioScience, editada por el Instituto Americano de Ciencias Biológicas de la Universidad de Oxford.

En la opinión de la mayoría de los científicos, biólogos, especialistas en especies en peligro de extinción, el muro de Trump sería un desastre, va a causar extinciones, va a ser muy difícil el restablecimiento de poblaciones saludables de animales en peligro de extinción”, advierte Robert Peters, representante de la organización Defenders of Wildlife en Arizona y uno de los impulsores del documento.

Además, los expertos señalan que las actividades asociadas a la construcción de la valla tienen impactos diferentes según las zonas: Degradan o eliminan vegetación, matan animales directamente o a partir de la fragmentación y posterior pérdida de su hábitat; en tanto que el muro les complica encontrar comida, agua, parejas y otros recursos imprescindibles para su supervivencia.

A este escenario desalentador se añade un impacto cuyos efectos ya son notorios: El cambio climático que obliga a los animales a moverse de Sur a Norte para encontrar condiciones adecuadas de continuidad, traslado que se dificultará con una barrera.

Más que un árido desierto

La frontera entre ambos países es mucho más que desierto, un río, drogas y tráfico de personas. En donde se unen, no hay un país más desarrollado que otro, es como si ambos lados fueran un escenario natural infinito. Pero desde hace más de dos décadas empezó a verse afectado por una barrera de acero que amenaza con crecer.

El cerco irrumpe en el paisaje de manera abrupta. Se interna, en algunas zonas, por más de un metro debajo del suelo para afianzarla. Incluso se adentra en el mar en el área de California y la Baja California. En el desierto el metal oxidado se confunde con la tierra árida, convive con mezquites, álamos y arbustos, lagos y miles de especies que no se encuentran en ninguna otra parte del mundo.

De acuerdo con un informe de WildLands Network, organismo con sede en Seattle, Washington, que tiene como fin conectar tierras silvestres, de los 3 mil 169 kilómetros que mide la frontera desde el Océano Pacífico al Golfo de México, mil 85 kilómetros están cercados: 602 con cerco anti-peatones y 483 kilómetros con barreras vehiculares.

En la imagen se observa el muro fronterizo que se adentra en el mar en la frontera entre Tijuana (derecha) y San Diego (izquierda) | Archivo El Colef

El muro anti-peatones varía su altura entre los 3.5 y 6 metros de altura, está cercano a zonas urbanas y paso de personas, e impide por completo el paso de los animales e incluso del agua. La cerca anti-vehículos es de dos tipos: Postes de 1.2 y 1.8 metros de altura unidos por una varilla horizontal, y las barreras de Normandía, unas “X” de metal ancladas al suelo y unidas por una barra horizontal.

El Gobierno de Estados Unidos edifica actualmente 138 kilómetros de valla en sitios donde ahora no hay muros y 610 kilómetros de modificación de cercos que serán menos permeables a la fauna, con el cual animales y plantas que viven en el lugar penden de un hilo frágil.

La alteración del corredor ecológico fronterizo ha sido documentada por fotógrafos, investigadores y conservacionistas, que son testigos de las afectaciones provocadas por el muro en las especies.

En julio de 2008 la fotógrafa Krista Schlyer, documentó como en el área del corredor del Río San Pedro, en Nuevo México, donde recién se había construido una línea del muro antipeatonal, una pareja de jabalíes decidió retornar luego de recorrer casi 92 metros tratando de encontrar un sitio para cruzarlo.

Unos jabalíes se topan con el muro en San Pedro, Nuevo México, y se ven obligados a retornar luego de no encontrar paso | © Krista Schlyer

Durante su estancia en la zona, Schlyer retrató también la mirada de desconcierto de un conejo cola de algodón al encontrar bloqueado su camino natural por barras de acero apiladas que servirían para reforzar la pared, en un área del corredor ecológico en Arizona.

“Todas esas formas en que los animales usan el paisaje para conducirse de un lado a otro son obstruidas por el muro y entonces ya no puede un animal llegar a donde se encuentra lo que necesita”, como comida, agua, pareja y nuevos territorios, comenta Juan Carlos Bravo, director para México de la organización no gubernamental WildLands Network.

Con más de quince años de investigación en la región fronteriza entre Sonora y Arizona, Bravo dice que el muro de Trump está pensado en combatir la migración humana y la entrada de drogas y terroristas, pero no en los animales, ni en la flora que habitan en la región.

Una barrera de más de dos décadas

Desde 2015 cuando comenzó su campaña electoral por la presidencia de los Estados Unidos, el ahora mandatario Donald Trump prometió la construcción de una valla en la frontera que impidiera el paso de drogas y delincuentes desde México.

Pero la idea de construir un muro en la frontera no es nueva. Bill Clinton, quien gobernó Estados Unidos de 1993 al año 2001, comenzó con el levantamiento de barreras en áreas cercanas a las zonas urbanas. Desde entonces se empezó a documentar el daño a las especies en la región. Luego de los ataques terroristas de 2001 en Nueva York, el proyecto de ampliar la muralla retomó su fuerza.

En el año 2005 y bajo la premisa de la seguridad nacional se creó la Ley de Identificación Verdadera (Real ID Act), una modificación de la Ley de Reforma de Inmigración Ilegal que data de 1996, con la cual se dejó sin efecto cualquier ley, reglamento o requisito legal en materia ambiental, cultural o étnico, que impidiera la construcción del muro en ciertas áreas.

Con ello el Departamento de Seguridad Nacional de los Estados Unidos puede pasar por encima de casi 30 leyes como la Nacional de Política Ambiental, de Agua Limpia, de Especies en Peligro, de Preservación Histórica, de Aves Migratorias, de Aire Limpio, de Recursos Arqueológicos, entre otras.

Sergio Ávila Villegas, biólogo de profesión e investigador de la organización Sierra Club, con sede en San Francisco, California, una de las más antiguas en materia de defensa de los recursos naturales en Estados Unidos, señala que esta ley permite al Gobierno de ese país obviar estudios científicos, leyes internacionales y del presupuesto público.

Construcción e instalación del muro por parte de Estados Unidos justo a la altura de playas de Tijuana en julio del 2019 | EL IMPARCIAL

“La naturaleza no tiene fronteras, los animales no saben cuando están en Estados Unidos o en México, los animales no traen pasaporte, los animales no cambian de idioma, los animales, las plantas, están adaptados a los lugares donde hay agua, donde hay comida, donde hay oportunidades de reproducción, por lo que ese muro no debería ser construido”, explica el científico.

El daño va más allá del muro, dice, pues hay actividades paralelas que aumentan la vulnerabilidad a la explotación de los recursos de flora y fauna que ahí residen, como los caminos para mantenimiento, recorridos de los agentes de la patrulla fronteriza y el Ejército, sobrevuelo de drones y aeronaves, alteración de fuentes de agua, instalación de luces tipo estadio en las noches, entre otras.

Traspasa muro leyes

En el documento presentado al Congreso de los Estados Unidos en mayo de 2018, la comunidad científica advirtió que el muro traspasa las leyes ambientales, afecta a las poblaciones de fauna silvestre eliminando, degradando y fragmentando sus hábitats y devalúa la inversión para la conservación y la investigación científica.

 “Las secciones ya construidas del muro están reduciendo el área, la calidad y la conectividad del hábitat de especies de animales y plantas y están comprometiendo a una inversión binacional dedicada a la conservación, que ha durado más de un siglo”, señalan en el escrito.

Como ejemplo, investigadores han observado una baja en las poblaciones de berrendo sonorense, una subespecie que vive entre Sonora y Arizona, del bisonte, cuyo hábitat se encuentra entre Nuevo México y Chihuahua, así como del lobo mexicano, el oso negro y el jaguar.

Las poblaciones del lobo mexicano en la frontera México-EU son muy bajas, al grado que se le considera extinto en vida silvestre  | © Jim Clark

El análisis de los expertos ubica a lo largo de seis estados en México y cuatro en Estados Unidos, a 62 especies en peligro crítico, en peligro o vulnerables y que el muro podría desconectar a más del 34% del total de las especies no voladoras y de agua dulce y nativas de la región.

Lo que más inquieta son las especies en peligro de extinción, necesarias para el equilibrio ecológico, pérdida que el muro aceleraría al aislar a los animales que tendrán dificultades para encontrar alimento y además afectaría su diversidad genética, lo que traerá enfermedades e individuos menos fuertes.

Se calcula que 62 especies de fauna se encuentran en la denominación de peligro de extinción, bajo amenaza o en riesgo. En el caso de México en la norma 059 de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales, y de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza en la que se incluye a los animales en esta condición.

El berrendo: Casi en extinción

Una de estas especies es el berrendo sonorense (antilocapra americana sonoriensis). Casi extinto en 2002, una gran parte de su población habita en la Reserva de la Biósfera El Pinacate, donde los expertos estiman que hay unos 800 ejemplares.

El área donde vive se extiende a las zonas protegidas del Refugio de Vida Silvestre Cabeza Prieta y el Monumento Nacional Organ Pipe, en Arizona, pero su territorio está dividido por una cerca que muchos ya no pueden cruzar.

Miguel Ángel Grageda fue coordinador de la Reserva de la Biósfera El Pinacate hasta el año 2018. Por tres años estudió la forma en que la movilidad humana, el muro, la urbanización, construcción de caminos y carreteras, la ganadería y la agricultura en la zona impactó en el berrendo.

Una de las afectaciones del muro fronterizo para el berrendo y otras especies es la dificultad para encontrar agua y alimento | © Rurik List

“Actualmente hay cuatro poblaciones de berrendo sonorense que ya no tienen conexión entre ellas, y si continúan estas actividades se podrían poner muy en riesgo las diferentes poblaciones”. Hay evidencias, explica, de que hace unos cinco años había movimiento de grupos de estos animales de Norte a Sur que ya no se dan.

Añade que la instalación de un muro, como está propuesta, limitaría la capacidad del berrendo para viajar libre en busca de comida y agua, así como su capacidad de adaptarse al cambio climático, además de que evitaría la dispersión de sus genes, esenciales para asegurar su supervivencia a largo plazo.

Afecta a especies voladoras

El muro no solo afecta e incrementará el impacto en las especies terrestres, también en insectos y aves que vuelan a baja altura, como ciertos tipos de mariposas, abejas y pájaros, destaca José Manuel Pérez, quien dirige los esfuerzos de conservación en un área destinada voluntariamente a la conservación llamada Cuenca de los Ojos, en Agua Prieta, Sonora.

En un estudio realizado en esa zona, apunta, se encontraron más de 400 especies de abejas, algunas de ellas endémicas, que vuelan a baja altura y son esenciales para la polinización de un tipo de cactus regional del cual dependen para alimentarse.

El muro impactará a aves e insectos que vuelan a baja altura, estiman científicos | © Juan Hernández

“El caso de esta abeja es muy específico porque depende de un cactus que está en Los Piloncillos, un área que está en Arizona, Estados Unidos, pero el hábitat ideal de la abejita son estas áreas riparias, entonces la abeja pasa el invierno aquí y va y poliniza en la primavera del otro lado”, detalla.

Pérez dice que estas abejas dependen de los flujos de aire para volar y moverse de un sitio a otro por lo que un muro de más de cuatro metros de altura cambiará el sentido de los vientos y esto afectará los patrones de vuelo, por lo que se verán afectadas y, a su vez, impactarán a especies vegetales que no podrán ser polinizadas.

Los bisontes: amos del desierto

En la zona desértica compartida de Chihuahua, México y Nuevo Mexico, Estados Unidos, grupos de bisontes compartían en estado salvaje los territorios del Valle de Janos y el Valle de Playas en ambos estados. Pero desde hace unos 10 años un cerco con cables de acero fue colocado.

Un par de bisontes son frenados en su curso por un cerco con cables de acero ubicado entre Nuevo México y  Chihuahua | © Rurik List

Rurik List, biólogo y catedrático de la Universidad Autónoma Metropolitana- Unidad Lerma, estudió a las familias de bisontes en ambos lados de la frontera. La importancia de un espacio conectado en su territorio, radica en que estos animales tienen una mayor disponibilidad de agua para beber en México, y forraje para comer del lado estadounidense.

“Los bisontes, los borregos cimarrones y los berrendos son afectados ya en este momento por el cerco fronterizo, porque un alambre de púas lo podían tirar los bisontes, tengo fotos, me tocó verlos desde el aire, cómo cruzaban por estos huecos, pero ahora lo que pusieron fueron estas barreras tipo Normandía, ya no pueden cruzar”, expone.

Un elemento más se añade a este escenario desalentador cuyos efectos ya son notorios: El cambio climático que provoca aumentos en la temperatura y patrones de lluvias erráticos que hará que los animales deban moverse del Sur al Norte, añade List, para encontrar condiciones adecuadas de supervivencia, lo cual se dificultará con un muro.

Dificulta repoblamiento del jaguar

El jaguar es uno de los animales más emblemáticos y que tiene como hogar a esta zona del mundo, explica Juan Carlos Bravo, director en México de WildLands Network, y un muro pondría en peligro a las poblaciones en Arizona, estado donde no se tiene evidencia de crías de jaguares desde el año de 1910 y donde la última hembra fue vista en 1963.

En su estudio llamado “Cuatro especies al borde del abismo” (Four Species on the Brink), Bravo y su coautora Katie Davis, advierten que el bloqueo de los corredores pondría en peligro los esfuerzos de reintroducción del felino en el Estado de Arizona, así como su hábitat natural.

El muro dificulta el repoblamiento del jaguar en Arizona, donde desde el 1910 no se reporta el nacimiento de una cría. La fotografía fue tomada en la Reseva Jaguar del Norte de Naturalia AC en el año 2017 | © Naturalia AC

“La recuperación del jaguar en Estados Unidos podría llegar a ser imposible si hay más cercas en las regiones que sirven como corredores para la dispersión de las hembras que habitan en Sonora”, detalla, ya que los machos si suelen cruzar algunos cercos, lo que provocaría que hubiera más machos que hembras en ciertas zonas.

Afecta pérdida ecológica a humanos

¿Es tan grave?, los expertos coinciden en que sí, en que una valla completa que divida la zona de biodiversidad en la frontera de Estados Unidos y México afectaría para siempre la flora y la fauna en la región, que luego impactaría en los humanos.

Juan Carlos Bravo ejemplifica: “De entrada la experiencia humana de cómo percibimos el paisaje se va a ver modificada, y por otro lado, estos animales tienen un efecto en los sistemas ecológicos de los que al final del día dependemos, un ejemplo claro son los cuerpos de agua”.

Explica que arroyos y ríos dependen de que haya vegetación a las orillas que retenga el agua, ya que de no existir el agua sólo pasaría y dejaría erosión, una alta población de herbívoros arrasaría con ese pasto, por lo que es necesaria la presencia de depredadores como jaguares y lobos que mantienen bajo control a estas especies.

En algunas zonas a lo largo de la frontera la valla bloquea el flujo natural del agua | Rurik List

La pérdida de especies, expone Rurik List, implica la reducción de la capacidad de una mejor calidad de vida, el contagio de enfermedades, que haya menos producción de alimentos al perder polinizadores y la captura de menos agua en el suelo, que llevaría a menos disponibilidad de agua para la agricultura y las actividades humanas.

Gerardo Carreón Arroyo, director de la asociación civil mexicana Naturalia, expone que las especies silvestres no ven muros ni barreras sino un hábitat continuo que les permite nacer, crecer, reproducirse y dejar descendencia, lo que sirve a los humanos por los “servicios” ambientales que los animales prestan.

“Estos corredores de flora y fauna no debemos permitir que se pierdan, porque si se pierden, entonces estaremos cerrando las puertas a la esperanza de tener una fauna y una flora compartida y de mantener los procesos ecológicos que le dan la relevancia que tiene a nivel mundial”, concluye.

La batalla legal

En contraposición al Gobierno, grupos de conservación de la vida silvestre en Estados Unidos han interpuesto demandas para tratar de bloquear la construcción del muro en la frontera.

Encabezados por California, 16 estados de la Unión Americana interpusieron en febrero de 2019 una demanda contra la declaratoria de emergencia nacional del presidente Donald Trump, con la que solicitó fondos al Congreso para la construcción de la barda, la demanda fue secundada por representantes del partido Demócrata en la Cámara de Representantes. Pero en junio, Trump ganó la batalla.

También en febrero de este año, la Unión Americana de Libertades Civiles, en nombre de la organización en defensa de la vida silvestre Sierra Club, con sede en Estados Unidos, bloqueó de manera permanente el acceso de la administración de Trump a 2 mil 500 millones de dólares para la construcción del muro, pero el caso sigue en litigio.

Los investigadores estiman que actualmente hay unas 30 demandas civiles de tipo ecológico, migratorio y por ejercicio de recursos presupuestales en tribunales estatales y federales estadounidenses contra la construcción de la barda fronteriza en varias ciudades a lo largo de la frontera.

“Sierra Club fue la primera organización a nivel nacional que se abocó a abordar los impactos ambientales del muro fronterizo y juntarlos con la justicia social, y los impactos sociales, no podemos hablar de justicia ambiental, si no pensamos también en las comunidades locales”, señala Sergio Ávila Villegas, investigador de la asociación.

Se unen contra el muro

Desde Baja California hasta Tamaulipas, en México, y desde California, hasta Texas, en Estados Unidos, hay esfuerzos importantes por apoyar la conservación de una zona libre de muros, aunque todos son independientes, sin apoyo de las autoridades respectivas.

En Baja California y California por la defensa del Estuario de Tijuana, ubicado en San Diego, que es hábitat de miles de aves migratorias; entre Sonora y Arizona, por preservar la casa de berrendos, jaguares y lobos; entre Chihuahua y Nuevo México por conservar el hábitat del berrendo y en Nuevo León, Coahuila, Tamaulipas y Texas, para defender el hábitat de especies de peces y osos.

Un conejo cola de algodón encuentra bloqueado su camino natural por barras de acero con las que se contruirá el muro en el área de Arizona | © Krista Schlyer

Ejemplo de un esfuerzo de conservación es el que se realiza en Cuenca de los Ojos, en la frontera entre Agua Prieta, Sonora y Douglas, Arizona. José Manuel Pérez, director del sitio, dice que es una de las zonas más biodiversas en toda la región fronteriza, por lo que trabajan junto con universidades y organizaciones de ambos países para hacer investigación y reintroducir especies, de mamíferos, peces y aves.

Asegura que estos planes conjuntos han disminuido, en especial los binacionales: “Cuando comenzamos con el proyecto había un permiso específico para que estudiantes de ambos lados de la frontera pudieran monitorear biológicamente todo el valle, pero ese permiso ya no se pudo dar, en parte por los problemas de seguridad de Estados Unidos”, afirma.

Casi imposible hacer investigación

Los científicos advierten que el muro echará por tierra años y millones de dólares invertidos en conservación e investigación. Robert Peters, de Defenders Of Wildlife señala que en 400 kilómetros a lo largo de la frontera, unos 4.5 millones de hectáreas de Estados Unidos y México son manejadas para la conservación de la biodiversidad.

Manifiesta que el muro y operaciones de seguridad obstruyen también la investigación científica lo que se ha constatado por medio de expertos mexicanos y estadounidenses intimidados por oficiales de seguridad fronteriza, lo que disminuye el trabajo de investigación necesario en la frontera.

“Podemos usar nuestras mentes para predecir pero no tenemos bastantes pruebas, el Gobierno debe realizar estudios sobre los efectos del muro pero no lo hace y eso es porque hay una ley que permite que el Gobierno se niegue a cumplir con otras leyes”, expresa Peters.

El narcotráfico en México y la Patrulla Fronteriza en los Estados Unidos dificultan el trabajo de investigación de los científicos  | Ilustrativa/AP

El narcotráfico y su apropiación de la zona fronteriza para el paso de drogas y personas de manera ilegal es otra de las barreras que dificultan e impiden a los científicos realizar investigación.

Rurik List, comenta que entre 1996 y hasta 2007, realizaron investigación conjunta en el área fronteriza con equipos multidisciplinarios de expertos de ambos países, pero luego ya no hubo seguridad porque el narcotráfico se apropió de varias zonas a lo largo de la frontera, por lo que es difícil tener evidencias recientes.

“En Estados Unidos nos dicen, prueben que está habiendo un efecto, pero, ¿cómo podemos probar el efecto si no podemos obetener datos para estudiar?, tenemos que inferir un posible efecto de acuerdo a la biología de las especies, de lo que se conoce de otros lugares sobre la interrupción de la conectividad en el paisaje”, detalla.

Confían en detener el muro

Los expertos coinciden en las afectaciones que ya causa y acelerará el muro: Reducirá el área, la calidad y conectividad del hábitat de especies de animales y plantas, lo que golpea a las poblaciones de fauna y flora silvestres, incidencia de incendios forestales, alteran procesos hidrológicos, dificultan el paso de especies de bajo vuelo y devalúa la inversión para la conservación y la investigación científica.

Peters y el resto de los científicos consultados no creen que el muro, por más alto, grande, seguro y nuevo que lo edifiquen, detendrá la migración ilegal hacia los Estados Unidos, ni el paso de drogas.

“No soy un experto en cómo funciona el muro, pero tengo mis dudas (respecto a si detendrá la migración), por ejemplo, cualquier persona puede encontrar en Internet imágenes de niños y mujeres, menores de 16 años, trepando en el muro hasta el tope y dentro de 10 segundos”, comenta.

Sergio Ávila, de Sierra Club, secunda a Peters: “El muro fronterizo no va a detener el flujo migratorio, no va a resolver el problema de la migración, la necesidad de migrar de la gente, es una necesidad humana que hemos tenido desde que salimos de África, no hay un muro que la detenga, no lo va a haber”.

Especialistas señalan que el muro no detendrá la migración | © Alberto Rosales León

En su llamado de acción los científicos recomiendan al Congreso estadounidense asegurarse de que el Departamento de Seguridad Nacional siga los marcos de referencia de las leyes para el medio ambiente.

También solicitan que se cumpla con una planeación con agencias de México y Estados Unidos que identifique, antes de construir el muro, especies, hábitats y recursos ecológicos amenazados, y evitar poner barreras en lugares con alta sensibilidad ecológica, como los hábitats críticos para especies en peligro de extinción.

“Necesitamos que los gobiernos tomen conciencia y, de ser posible, puedan detener proyectos de este tipo, que en el mediano, corto y largo plazo van a tener efectos cada vez más significativos”, menciona  Gerardo Carreón Arroyo, director de Naturalia.

Para el biólogo Rurik List, la fauna silvestre compartida es un patrimonio y compromiso de ambas naciones y México ha incumplido, desde hace 18 años, con su responsabilidad de velar por el patrimonio natural del País a través de la inacción.

Robert Peters, quien tiene más de 30 años trabajando a favor de la conservación de áreas naturales y el repoblamiento del jaguar en Estados Unidos, cree firmemente que esta región y el mundo, en respuesta a políticas gubernamentales, atraviesa por una etapa de pérdida de hábitats y especies de flora y fauna y que podría acrecentarse, si no se toman medidas en el corto plazo.

“Hay acciones entre una gran variedad de organizaciones culturales y del medio ambiente, de derechos humanos, hay un montón de organizaciones trabajando juntas para prevenir este muro, pero es bastante difícil”, asegura, “hemos perdido algunas batallas pero todavía tenemos la esperanza de prevenir los peores efectos, esperamos que tengamos suerte, claro que sí”.

Fuente: www.elimparcial.com

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *