Huixtla.- Xóchitl Gálvez, candidata presidencial de PAN, PRI y PRD, así como promotores de su candidatura, acusaron que la delincuencia organizada intimidó a sus seguidores para que no asistieran a sus mítines de campaña en Chiapas.

Después de dos mítines en Tapachula y Huixtla, donde hubo sillas vacías, la abanderada de la Oposición acusó presiones contra los transportistas para que no dieran servicio a la población.

«Amenazaron al transportista y le dijeron, como dicen aquí los compañeros: ‘aquí manda el crimen'», aseguró la abanderada Xóchitl Gálvez.

«Los amenazaron y pues nosotros lo que decidimos es hacer el evento con los que pudieran llegar, sin necesidad de transporte», declaró Xóchitl en Pijijiapan, a una hora de Tonalá, durante una pausa que hizo en la carretera para saludar a una decena de simpatizantes.

Willy Ochoa, candidato de PAN, PRI y PRD al Senado, acusó que la delincuencia presiona para que no se hable de la violencia que se vive en la región.

«Hoy les digo a todas y a todos ustedes que el Gobierno de la delincuencia organizada, de nuestros opositores, son los que están bloqueando los eventos para que la gente no venga a escuchar cuál es la realidad que vive Chiapas», aseguró la candidata.

Gálvez fue escoltada por tres patrullas de la Guardia Nacional y una de la policía estatal, así como una ambulancia de la Sedena, durante sus recorridos por esta región de Chiapas. Se trata del protocolo de «máxima seguridad», diseñado por el INE junto con autoridades federales de seguridad.

En Huixtla, Xóchitl pidió a sus simpatizantes que abrieran los ojos.

Con un huipil rojo, lanzó a gritos desde el templete: «¡Despierten, despierten chiapanecos! ¡No merecen sus hijos su cobardía! ¡No merecen sus hijos que ustedes no den la pelea!», dijo al pequeño grupo, unos 200 de pie entre las mil sillas disponibles bajo el techumbre de lámina.

Sudorosos, agitando banderas blancas y azules, rojas y verdes, amarillas y negras, sus simpatizantes sin embargo iban a decirle que tenían miedo.

«Nos amenazaron para que no viniéramos», gritó un hombre bañado en sudor, la playera roja, la barba rala de alambre, la saliva brincando con cada palabra.

«Somos de la sierra, donde ahí está el crimen organizado, ahí se ven las armas de los narcos de Sinaloa, de Jalisco. Ahí se disputa en la plaza de nuestra sierra. Nos han intimidado pa’ todo, pa’ todo, pa’ todo. Es más, a mí me han golpeado», gritó al final del discurso de la candidata presidencial y luego lo repitió en entrevista.

Si era una explicación por la falta de seguidores del Frente opositor en el estado gobernado por Morena y donde el Presidente Andrés Manuel López Obrador presume más de 80 por ciento de apoyo, de cualquier forma el Ejército mexicano tomó previsiones.

Al menos cuatro camionetas verde olivo y una ambulancia se turnaron en custodiar el recorrido de Gálvez desde Tapachula a Huixtla y luego a Tonalá, donde tenía programados sus actos de campaña.

La candidata presidencial, que regularmente ocupa una sola patrulla, además de dos autos particulares, avanzó esta vez además con un convoy de tres camionetas de la Guardia Nacional cinco militares con armas largas en cada una, más una patrulla y otra camioneta de la Policía estatal.

«Hubo un maestro que se llamaba Artemio López, después de ver tanta violencia en su pueblo, decidió convocar a una marcha por la paz, y a la noche siguiente entraron a su casa a matarlo. Le sacaron los ojos, eso se supo, no sé si fue cierto o no», dijo la panista.

«¡Sí!», respondieron sus simpatizantes en el salón vigilado por un militar con fusil en la entrada.

El episodio que relató ocurrió el 21 de octubre en Chicomuselo, a tres horas de ahí. El profesor Artemio López había sido orador en la marcha contra la violencia el 12 de ese mes, y nueve días después, en la madrugada, los asesinos y torturadores entraron a su casa.

En septiembre pasado, en Frontera Comalapa, desfiló un convoy del Cártel de Sinaloa entre aplausos de la población, porque supuestamente les iba a dar seguridad contra el Cártel Jalisco Nueva Generación, que les disputa la plaza.

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