Una azafata dijo que no quiere a AMLO presidente en su vuelo y suplica por no encontrárselo de nuevo en un avión, ya que es la tortura para ella; el mandatario provoca caos y desorden durante el vuelo.

Viaja en clase turista, se fotografía con todo el mundo, deja que lo besen, abracen o lo tomen por la cintura, y solo cinco personas desarmadas y sus amuletos lo cuidan. El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, pone a temblar a policías y azafatas cuando sube a un avión comercial.

«Claro, las fotos que quieras», respondió sonriente AMLO, como también se le conoce, a una mujer que lo interceptó con la cámara de su celular lista justo cuando caminaba a la sala del avión que lo llevó a Sinaloa, la tierra del capo Joaquín el Chapo Guzmán, quien recibió un veredicto que lo dejará tras las rejas hasta su muerte.

Detrás de la entusiasta mujer, en cuestión de segundos, remolinos de personas rodearon al presidente que arrancó su gobierno jalando los bigotes de los feroces huachicoleros, ladrones de gasolinas, lo que se tradujo en una amenaza directa a él en la que le exigieron la retirada de militares que combaten ese delito

López Obrador ordenó que las miles de escoltas militares que han cuidado a los presidentes hicieran trabajos «en beneficio del pueblo», y los sustituyó con una «Ayudantía», encabezada por Daniel Asaf, un restaurantero de origen libanés y excandidato para la Asamblea legislativa de Ciudad de México.

Ese cuerpo está integrado por profesionales que no están especializados en seguridad, su principal característica es su «lealtad».

Tres mujeres y dos hombres de esa agrupación lo acompañaron a Sinaloa, y durante el periplo se concentraron en alejar a empujones a los reporteros y en pedirle «por favor» a la gente que soltara al presidente una vez tomada la selfie.

Se trata del presidente con mayor popularidad: un 80% de aceptación, según el último sondeo de la firma Mitofsky.

Y esa masiva aceptación la amasó prometiendo en campaña reducirse el salario y el de los más altos funcionarios.

El avión presidencial que solo usó su antecesor, un Boeing Dreamliner 787-8 que costó más de 218 millones de dólares (mdd), ya está a la venta en California, Estados Unidos.

«Cómo me voy a subir yo a ese avión habiendo tanta pobreza en México», ha dicho López Obrador.

Así que él viaja en vuelos comerciales. A Sinaloa, parte del Triángulo Dorado conocido así por los grandes cultivos de marihuana y amapola, y zona de encarnizados choques entre narcotraficantes, llegó en un pequeño e incómodo Jet Embraer. Tomado de Excélsior

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *